Llámeme licenciado.

¡¡Me licencié mierda!!

Mi profesor guía se pasó, me hizo una revisión veloz, un fin de semana en su casa tuvimos las últimas conversaciones y correcciones de mi tesis. O sea, gracias profe!!, usted es increíble!!. Y más encima me dio pega. Y lo que es mejor con un aumento de sueldo del 40 por ciento por estar licenciado.

Había un temor increíble cuando le pregunté a la secretaria si sabía algo de mi tesis, yo temeroso. Nótese que no había querido aparecer por allá, sentía miedo a que me dijeron que había reprobado. Pero bueno la cosa es que me dijo: sí aprobó, y al parecer con dos votos de distinción. Tan porro no soy, nunca reprobé un ramo.

Es fantástico dejar de decir que se es estudiante, para decir 'profesional'. Y también ser el primero de la familia. Desde chico me dijeron: estudia y saca tu título eso hará que te respeten. Era una especie de sueño y una especie de obligación, un deber, pues era lo único que mis padres podían dejarme y por lo que dedicaron parte de sus vidas, y lo consiguieron. Por ello no puedo estar más que agradecido, profundamente agradecido y orgulloso.

Recuerdan a Pedrito Fernández con esa canción que le dice a su mamá que va a ser licenciado, yo la cantaba, y era en parte una promesa a mi madre. El día que le dije a mi familia, casi con un nudo en la garganta, Me licencié. La recordé, era decirle mamá cumplí con esa promesa que había implícita cuando le cantaba. Con ello la emoción cambió, ya no me era por mí, sino que era darles un regalo a mis papás, era emocionarme porque ellos lo estaban. Era decir: ¡¡puta que alegría por ellos!!

Terminar la Universidad era de alguna manera cumplir un sueño de ellos, no el que sus hijos fueran profesionales, sino que el que no pudieron hacer, estudiar en la Universidad, o en el mejor de los casos terminar la educación secundaria.

No me queda más que sentirme bien, orgulloso, y más contento que la cresta.

Un abrazo,
Yo, Claudio.