La vida de los peces.

Ayer en una de esas decisiones que uno toma abruptamente salí de casa con destino al cine, y vi La vida de los peces, de Matías Bizé. El verla fue algo instintivo, como también por las recomendaciones y buena crítica que había recibido.
Con ellas no puedo estar en desacuerdo, aunque tiene un comienzo lento, que en momentos puede ser soporífero, sin embargo, hay algo en ella que invita a seguir viéndola.
Andrés, un periodista de una revista de viajes, regresa a Chile después de 10 años a reencontrase con sus amiigos, pero principalmente con Beatriz su amor de toda su juventud. El lugar de reunión es el cumpleaños de un amigo común, donde comienza a reencontrarse, no sólo con amigos, sino que también con su pasado. Ahí se van tejiendo historias que van entre la alegría y la tristeza. Sin embargo, Andrés tiene la esperanza de 'recobrar el tiempo perdido' se siente motivado a cambiar el presente,el cual no es más que el resultado de su pasado.
¿Cuántas veces no hemos deseado tener el poder de manejar el tiempo, de poder ir y venir en él? Si pudiéramos, qué dejaríamos de hacer y qué haríamos también.
Sin duda que miramos el presente y el futuro a partir de nuestro pasado, de lo que hemos sido, pero siempre existe esa posibilidad de movernos, no estamos enjaulados, no somos prisioneros de las circunstancias, no existe esa inevitabilidad histórica.
Somos sujetos históricos y como tales podemos hacer historia.
Ahí es cuando Beatriz debe decidir que hacer con su historia, la cual movería la historia de Andrés.

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