El Mercurio miente

Hace algunos días, mientras practicaba natación, el instructor se acercó y me dijo que lo estaba haciendo bien, que sólo tenía que mejorar unos pequeños detalles. Esto sin duda que fue un aliciente para continuar esforzándome, y tratar de mejorar.

Si una persona realiza bien su tarea ¿cuántas veces somos capaces de decirle, “hey lo hiciste bien”?, ¿cuántas veces la felicitamos?, creo que son pocas las ocasiones en que lo hacemos, más bien pensamos ¿a que se debe que lo haga tan bien? Debe haber algo extraño en ella, algo turbio. Además, si la felicito puede creerse el cuento de que es la mejor, y eso no me gustaría.

En fin, son muchas los argumentos que podríamos presentar para no felicitar a otro. Pienso que debemos ser capaces de mirar más allá de la mera competencia, que tantas veces nos enceguece, y no nos permite ver las cualidades en los otros. Si fuéramos capaces de quitarnos el estigma de sociedad chaquetera, la cual busca opacar los avances del compañero, seríamos mucho mejores de lo que actualmente somos y nuestros logros se multiplicarían. También se obtendría un ambiente de trabajo, estudio, o amistad mucho más grato, y se fortalecería la cooperación entre nosotros.

Este cambio sólo depende de nosotros, en nuestras manos está la posibilidad de dar alicientes a nuestros compañeros, amigos y familiares, y la respuesta que obtendremos del otro será una sonrisa, la cual nos alegrará todo el día y sin duda será mejor y mayor que el aliciente que dimos en un primer momento.

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