Lo leí en 'Qué Pasa'. La Pesadilla Blogger.
Hace días que tenía ganas de sentarme a escribir, relajarme y tomarme mi tiempo para aquéllo. Sin embargo, no podré, sólo esbozaré un comentario sobre un artículo y aprovecharé de enlazarlo con mi comentarista anónimo. Las responsabilidades apremian.
Una de las cosas que quería escribir era sobre el quehacer 'blogeriano'. Esto se lo agradezco a mi comentarista anónimo, que aún continúa en tal condición. Aunque después de leer el artículo que reproduzco a continuación me pregunto: ¿Habrá sido Gonzalo Garcés quien me leyó, escribió y redactó el artículo? Sería un honor ser el muso inspirador, ¿Será que se avergüenza -con diéresis- de decir que me lee, y por ello el anonimato?. Y será a mí a quien se refería cuando dice que los blogs son "juegos de palabras bobos, complaciente, aburrido y banal."
¿Por qué mi comentarista anónimo aún se mantiene en esa condición, temerá alguna represalia?. Pero si Claudio y yo, -Yo, Claudio- recibimos gustosos las críticas constructivas, aquéllas que son aporte, que nos cuestionan lo que hacemos. Como aquélla que pone al descubierto mi ignorancia y la amplía. Dándome datos como el que me entrega referente a la Parada Militar, pero al mismo tiempo me pregunto otras cosas, por ejemplo: ¿por qué desde esa fecha?, ¿quién fue el gestor de esa ley?, ¿esa persona tenía familia militar, fue militar?, ¿siempre ha hecho en el mismo lugar?, etcétera. Agradezco esos datos porque lejos de reducir mi ignorancia me la hacen mayor. Pues cada vez sé que conozco menos.
Mi lector anónimo y Gonzalo Garcés caen en algo que no comparto, indicar -implícitamente- que el blog es un espacio para escribir bien. Creo que puede cumplir esa función, aunque también puede ser sólo una bitácora, en la cual despleguemos nuestras ideas, nuestros sentimientos, un espacio de escritura libre. ¿El blog tiene que ser un aporte per se, esa fue la intención de sus creadores?. No lo creo. Aunque quienes buscan blogs que sean aportes Garcés cita algunos.
Creo que mi lector anónimo confunde la 'Libertad'. Pues lo que describe y entiende es la capacidad de hacer lo que se desea. De decir lo que a uno le plazca. Y eso no es libertad, sino que libertinaje, pues el libertino es aquél que asume, reconoce que la posibilidad de hacer algo, tiene requisitos. En el caso de la opinión, es identificarse. Es hacerse 'responsable', -habilidad (capacidad) de responder-. Y ésta pasa por dar la cara. Ahí está la diferencia con Gonzalo Garcés quien da su nombre, tenemos la posibilidad de leerlo, incluso tiene sitio web. Eso es hacerse responsable de sus opiniones. ¿Notan la diferencia?.
Pienso que el tener una opinión que emerge de una visión masculina de la sociedad no tiene porque provenir únicamente de una persona heterosexual, sino que también de un homosexual. No creo que todos los homosexuales se comporten o actúen igual, o escriban sobre lo mismo. Por lo demás, ¿cómo identificar a un un homosexual que escribe en su blog sólo de música?. Debo presumir que si lo leíste supusiste que era heterosexual, ¿no?.
Imagino que muchas personas no tienen 'dedos para el piano', sin embargo, muchos y todos podemos desarrollarlas, mejorarlas, y eso pasa por un aprendizaje que puede ser a través de ensayos y errores. Y el blog es una buena oportunidad para aquello.
Lean el artículo, no es muy bueno, pero nos invita a cuestionarnos lo que escribimos.
Un Abrazo.
La pesadilla blogger
No tengo nada contra los blogs. Lo que me subleva es el pomposo disparate de prestarle virtudes estéticas a ese medio. Su tara lleva un nombre: trivialidad. Y cuando se trata de blogs literarios, esa trivialidad azota como un huracán.
Por: Gonzalo Garcés
Hace unos años participé en un encuentro de escritores. Una de las ponentes nos explicó largamente los goces de escribir una novela en formato blog, que había llamado eufónicamente blogísvela antes de decantarse por sívela -"lo contrario de novela, ¿me captan?"-, palabra que expresaba el carácter positivo, democrático y antipatriarcal de este medio. Fue como una epifanía: de golpe comprendí que aun sin ordenador se puede hacer literatura blogger; es decir, hecha de juegos de palabras bobos, complaciente, aburrida y banal.No voy a contar la historia del "fenómeno blogger", que es bien conocida: quienes se hayan perdido sus comienzos, habrán notado su presencia a partir de 1999, cuando salió el formato de blog o bitácora online que permitía, por fin, gritarle al mundo los datos silenciados sobre nuestras ladillas y sabañones, publicar las fotos más borrosas de nuestro hámster o insertar un enlace a una noticia bien redactada e investigada para poder comentarla con faltas de ortografía y sin saber de qué se habla. Y quienes se hayan perdido esos regalos no pueden ignorar los artículos, conferencias y debates en TV que en estos días llevan títulos como "Shakespeare y el lenguaje blog", "Estética del blog", "Gracias, blog mío", etcétera.
No tengo nada contra los blogs. Ciertas bitácoras periodísticas, las que reúnen material sobre un tema o cuelgan artículos que nadie más se atreve a publicar, me parecen necesarias y para ellas no tengo sino gratitud. Lo que me subleva es el pomposo disparate de prestarle virtudes estéticas a un medio. Basta perder un par de tardes en la red para comprobarlo: el blog tiene una sola virtud, es barato. De ahí en adelante es todo cuesta abajo, empezando por su escalofriante facilidad para inundar con idioteces todo intento de pensar de veras. Recuerdo que en España, en los días frenéticos que siguieron al atentado terrorista de 2004, el admirable escolar.net sirvió para canalizar la información como ningún medio oficial lo hacía. El 12 de marzo un post anuncia, crucial: ETA niega ser responsable de los atentados. Hay 21 comments. Me lancé a leer esos testimonios de la ciudadanía indignada. Cuál no sería mi sorpresa al ver que más de la mitad eran proverbios o sentencias en inglés -"O, life is a cycle of songs!"- firmadas por un tal "Penis Enlargement".
La tara del género blog lleva un nombre: trivialidad. Y cuando se trata de blogs literarios, esa trivialidad azota como un huracán. No es raro que los posmodernos que hasta el año pasado releían a Barthes sin saber a qué aplicarlo, ahora se llenen la boca con la blogosfera, ese espacio "fugaz" de "autor sin obra", lo que despojado de cacareos franceses significa que está rebueno que todos puedan publicar lo que les dé la gana, sin tener que ajustarse a criterios de belleza, inteligencia o veracidad y sin que importe que en diez segundos pase al olvido. Y tienen razón: está rebueno. Lástima que a esa fugacidad y a esa banalidad necesiten consagrarla como el arte más alto de nuestro tiempo. No quieren abolir la jerarquía literaria: quieren ocupar, a fuerza de mesas redondas, el tope de esa jerarquía. Y lo siento, pero si es por jugar el antiguo juego, el de "quemar el corazón de los hombres con la palabra", ya hay algo que lo hace mejor: la literatura.
Mientras espero que Umberto Eco dirima el asunto, aquí van algunas constataciones:
Que excelentes escritores tienen blog. Beatriz Vignoli cuelga en el suyo algunos de los mejores poemas que se escriben en español. El mexicano Tryno Maldonado era conocido por su blog antes de serlo por su novela Viena Roja. Álvaro Bisama, uno de los mejores críticos literarios de Chile, bloguea. Todos producen textos redondos, precisos, que bien pudieron escribirse en una Underwood antes de pasarse al blog, y en algún caso lo fueron. Lo que confirma las bondades del blog como medio y su nulidad como género en sí.
Que aquellos que, al contrario, escriben sólo por el blog y para el blog, hacen gala de una escritura extrañamente cohibida. Uno pensaba que el anonimato, la falta de censura, propiciarían relatos de salvaje sinceridad, un modo nuevo de desnudarse. Pero no. Las amas de casa dicen que los niños por suerte bien, los estudiantes de letras que Bush es malo, los escritores de fin de semana que como Bukowski no hay. El blog, ay, no trae diversidad al mundo: lo aplana.
Que apenas termine esta nota pienso colgarla en mi blog.
Gonzalo Carcés (Buenos Aires, 1974) es autor de novelas como "Los impacientes" (Premio Biblioteca Breve Seix Barral año 2000) y "El futuro". Además, columnista habitual de medios culturales en España y Latinoamérica.
Una de las cosas que quería escribir era sobre el quehacer 'blogeriano'. Esto se lo agradezco a mi comentarista anónimo, que aún continúa en tal condición. Aunque después de leer el artículo que reproduzco a continuación me pregunto: ¿Habrá sido Gonzalo Garcés quien me leyó, escribió y redactó el artículo? Sería un honor ser el muso inspirador, ¿Será que se avergüenza -con diéresis- de decir que me lee, y por ello el anonimato?. Y será a mí a quien se refería cuando dice que los blogs son "juegos de palabras bobos, complaciente, aburrido y banal."
¿Por qué mi comentarista anónimo aún se mantiene en esa condición, temerá alguna represalia?. Pero si Claudio y yo, -Yo, Claudio- recibimos gustosos las críticas constructivas, aquéllas que son aporte, que nos cuestionan lo que hacemos. Como aquélla que pone al descubierto mi ignorancia y la amplía. Dándome datos como el que me entrega referente a la Parada Militar, pero al mismo tiempo me pregunto otras cosas, por ejemplo: ¿por qué desde esa fecha?, ¿quién fue el gestor de esa ley?, ¿esa persona tenía familia militar, fue militar?, ¿siempre ha hecho en el mismo lugar?, etcétera. Agradezco esos datos porque lejos de reducir mi ignorancia me la hacen mayor. Pues cada vez sé que conozco menos.
Mi lector anónimo y Gonzalo Garcés caen en algo que no comparto, indicar -implícitamente- que el blog es un espacio para escribir bien. Creo que puede cumplir esa función, aunque también puede ser sólo una bitácora, en la cual despleguemos nuestras ideas, nuestros sentimientos, un espacio de escritura libre. ¿El blog tiene que ser un aporte per se, esa fue la intención de sus creadores?. No lo creo. Aunque quienes buscan blogs que sean aportes Garcés cita algunos.
Creo que mi lector anónimo confunde la 'Libertad'. Pues lo que describe y entiende es la capacidad de hacer lo que se desea. De decir lo que a uno le plazca. Y eso no es libertad, sino que libertinaje, pues el libertino es aquél que asume, reconoce que la posibilidad de hacer algo, tiene requisitos. En el caso de la opinión, es identificarse. Es hacerse 'responsable', -habilidad (capacidad) de responder-. Y ésta pasa por dar la cara. Ahí está la diferencia con Gonzalo Garcés quien da su nombre, tenemos la posibilidad de leerlo, incluso tiene sitio web. Eso es hacerse responsable de sus opiniones. ¿Notan la diferencia?.
Pienso que el tener una opinión que emerge de una visión masculina de la sociedad no tiene porque provenir únicamente de una persona heterosexual, sino que también de un homosexual. No creo que todos los homosexuales se comporten o actúen igual, o escriban sobre lo mismo. Por lo demás, ¿cómo identificar a un un homosexual que escribe en su blog sólo de música?. Debo presumir que si lo leíste supusiste que era heterosexual, ¿no?.
Imagino que muchas personas no tienen 'dedos para el piano', sin embargo, muchos y todos podemos desarrollarlas, mejorarlas, y eso pasa por un aprendizaje que puede ser a través de ensayos y errores. Y el blog es una buena oportunidad para aquello.
Lean el artículo, no es muy bueno, pero nos invita a cuestionarnos lo que escribimos.
Un Abrazo.
La pesadilla blogger
No tengo nada contra los blogs. Lo que me subleva es el pomposo disparate de prestarle virtudes estéticas a ese medio. Su tara lleva un nombre: trivialidad. Y cuando se trata de blogs literarios, esa trivialidad azota como un huracán.
Por: Gonzalo Garcés
Hace unos años participé en un encuentro de escritores. Una de las ponentes nos explicó largamente los goces de escribir una novela en formato blog, que había llamado eufónicamente blogísvela antes de decantarse por sívela -"lo contrario de novela, ¿me captan?"-, palabra que expresaba el carácter positivo, democrático y antipatriarcal de este medio. Fue como una epifanía: de golpe comprendí que aun sin ordenador se puede hacer literatura blogger; es decir, hecha de juegos de palabras bobos, complaciente, aburrida y banal.No voy a contar la historia del "fenómeno blogger", que es bien conocida: quienes se hayan perdido sus comienzos, habrán notado su presencia a partir de 1999, cuando salió el formato de blog o bitácora online que permitía, por fin, gritarle al mundo los datos silenciados sobre nuestras ladillas y sabañones, publicar las fotos más borrosas de nuestro hámster o insertar un enlace a una noticia bien redactada e investigada para poder comentarla con faltas de ortografía y sin saber de qué se habla. Y quienes se hayan perdido esos regalos no pueden ignorar los artículos, conferencias y debates en TV que en estos días llevan títulos como "Shakespeare y el lenguaje blog", "Estética del blog", "Gracias, blog mío", etcétera.
No tengo nada contra los blogs. Ciertas bitácoras periodísticas, las que reúnen material sobre un tema o cuelgan artículos que nadie más se atreve a publicar, me parecen necesarias y para ellas no tengo sino gratitud. Lo que me subleva es el pomposo disparate de prestarle virtudes estéticas a un medio. Basta perder un par de tardes en la red para comprobarlo: el blog tiene una sola virtud, es barato. De ahí en adelante es todo cuesta abajo, empezando por su escalofriante facilidad para inundar con idioteces todo intento de pensar de veras. Recuerdo que en España, en los días frenéticos que siguieron al atentado terrorista de 2004, el admirable escolar.net sirvió para canalizar la información como ningún medio oficial lo hacía. El 12 de marzo un post anuncia, crucial: ETA niega ser responsable de los atentados. Hay 21 comments. Me lancé a leer esos testimonios de la ciudadanía indignada. Cuál no sería mi sorpresa al ver que más de la mitad eran proverbios o sentencias en inglés -"O, life is a cycle of songs!"- firmadas por un tal "Penis Enlargement".
La tara del género blog lleva un nombre: trivialidad. Y cuando se trata de blogs literarios, esa trivialidad azota como un huracán. No es raro que los posmodernos que hasta el año pasado releían a Barthes sin saber a qué aplicarlo, ahora se llenen la boca con la blogosfera, ese espacio "fugaz" de "autor sin obra", lo que despojado de cacareos franceses significa que está rebueno que todos puedan publicar lo que les dé la gana, sin tener que ajustarse a criterios de belleza, inteligencia o veracidad y sin que importe que en diez segundos pase al olvido. Y tienen razón: está rebueno. Lástima que a esa fugacidad y a esa banalidad necesiten consagrarla como el arte más alto de nuestro tiempo. No quieren abolir la jerarquía literaria: quieren ocupar, a fuerza de mesas redondas, el tope de esa jerarquía. Y lo siento, pero si es por jugar el antiguo juego, el de "quemar el corazón de los hombres con la palabra", ya hay algo que lo hace mejor: la literatura.
Mientras espero que Umberto Eco dirima el asunto, aquí van algunas constataciones:
Que excelentes escritores tienen blog. Beatriz Vignoli cuelga en el suyo algunos de los mejores poemas que se escriben en español. El mexicano Tryno Maldonado era conocido por su blog antes de serlo por su novela Viena Roja. Álvaro Bisama, uno de los mejores críticos literarios de Chile, bloguea. Todos producen textos redondos, precisos, que bien pudieron escribirse en una Underwood antes de pasarse al blog, y en algún caso lo fueron. Lo que confirma las bondades del blog como medio y su nulidad como género en sí.
Que aquellos que, al contrario, escriben sólo por el blog y para el blog, hacen gala de una escritura extrañamente cohibida. Uno pensaba que el anonimato, la falta de censura, propiciarían relatos de salvaje sinceridad, un modo nuevo de desnudarse. Pero no. Las amas de casa dicen que los niños por suerte bien, los estudiantes de letras que Bush es malo, los escritores de fin de semana que como Bukowski no hay. El blog, ay, no trae diversidad al mundo: lo aplana.
Que apenas termine esta nota pienso colgarla en mi blog.
Gonzalo Carcés (Buenos Aires, 1974) es autor de novelas como "Los impacientes" (Premio Biblioteca Breve Seix Barral año 2000) y "El futuro". Además, columnista habitual de medios culturales en España y Latinoamérica.
Comentarios
eso pue, un besote y gracias por tu post, me ayudo bastante...