Recordamos para no olvidar que queremos olvidar.

No sé quién debe hacerlo, si los otros o yo. Temo ser reiterativo para quienes han leído algún post anterior. Será porque estudié Historia que pienso que ésta debiera enseñarnos más de lo que realmente nos enseña, si es que obtenemos algún conocimiento útil para el presente. A ratos pienso que sólo es un placer intelectual.
Ya me lo había dicho un sabio amigo, muchas frases son sólo un decir protocolar, frases que siempre se dicen. Frases que dicen todo lo contrario de lo que dicen.
Yo también lo pensé y manifesté cuando la oí. Pero debido a mi incontrolable optimismo, o quizás se deba mi insuperable testarudez, no lo sé. Lo hice, sabía que no era lo mejor, también sabía que podría ser doloroso. Era hacerme un pequeño daño gratuita y voluntariamente, pero daño al fin.
Cuántas veces dije, una a lo más dos veces. Pero tuve que crear una tercera vez.
Al menos me reconoció, supongo que no estoy en su agenda, es más estoy convencido de aquéllo. No lo llamé de mi celular, no tenía saldo.
Bueno, yo tampoco estaba seguro de con quien hablaba, sólo un rato después lo confirmé.
Ya no sé, creo que optaré por el olvido, eso también es parte de la memoria. No recordamos todo, no podemos hacerlo, somos limitados. Sólo que a veces el olvido, ese ejercicio que a ratos no queremos tener, porque, ¡sorpresa! olvidé algo que era importante. Y a veces añoramos y deseamos hacerlo con urgencia, no podemos hacerlo. Será porque mientras tratamos de olvidar, sólo hacemos lo contrario, recordamos aquello que queremos olvidar, para no olvidar que queremos olvidarlo.
Es curioso, pero los dos intentos fallidos han quedado en querer olvidarlos, y no he hecho más que sacarlos de la agenda y dejarlos en otra.
Quién sabe... será por algo que no puedo olvidarlos, será y creo que es porque son recuerdos significativos, al menos para mí. No siempre hay reciprocidad.

¿Me recuerdas?
¿Te recuerdo?

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